Os dejo el magnifico resumen que preparó mi amiga Sofia para la charla que impartió, sobre este apasionate tema , en la reunion mensual de Criar con el Corazón en Marbella. Muchas gracias por tu esfuerzo y por compartirlo con todos nosotros, Sofia.
El Concepto Continuum - En busca del bienestar perdido
La autora Jean Liedloff no llegó a licenciarse en la universidad pero sus trabajos como antropóloga han tenido mucho reconocimiento. Se sentía atraída por la selva sudamericana y participó en varias expediciones para estudiar a los indios de Venezuela, los yekuanos, que seguían viviendo en la edad de la piedra. Al poco tiempo se dio cuenta de que los niños yekuanos no lloraban, no tenían rabietas, no molestaban, y que pronto, por propia iniciativa empezaron a colaborar en las tareas de los adultos. ¿Por qué se comportaron tan distinto de cómo se comporta un niño occidental? Los adultos mostraban una alegría de vivir, una capacidad extraordinaria para disfrutar de la vida, incluso mientras trabajaban, y tenían una convivencia totalmente pacífica y respetuosa entre hombres y mujeres, y entre adultos y niños.
¿Cuál era la clave de su felicidad y su perfecta convivencia? Tras la quinta expedición escribió el libro “El concepto continuum”, que aunque es un libro muy recomendado para padres con niños pequeños, también es un libro para todos en general, también los que no tienen hijos, ya que describe una sociedad donde los individuos conviven felizmente, libres y sin el estrés y las depresiones que son tan comunes en nuestra sociedad.
¿Qué es el continuum?
A lo largo de la evolución, las especies se van adaptando a su entorno según las experiencias vividas. Estas experiencias van cambiando a las especies para adaptarse a las condiciones en las que les toque vivir. Asi podemos decir que cada especie tienen unas expectativas que deben ser satisfechas para su supervivencia. Ejemplos de estos en nuestra especie pueden ser el contacto piel con piel, la lactancia nada más nacer, ser llevados en brazos etc. Otros animales tiene otras experiencias adaptativas, y es sólo cuando el bebé experiementa estas experiencias cuando su continuum se satisface.
Para un bebé humano, este tipo de experiencias incluyen:
• Contacto físico permanente con la madre (u otro familiar o cuidador/a) desde el nacimiento.
• Dormir en la cama de los padres hasta que el bebé deje de necesitarlo por sí mismo,
• Lactancia materna a demanda, en respuesta a las señales corporales del bebé.
• Permanecer constantemente en brazos o en contacto físico con alguna persona hasta que comience la fase de arrastre y gateo, en torno a los 6-8 meses.
• Contar con cuidadores dispuestas a atender de inmediato las necesidades del bebé sin emitir juicios ni invalidar sus necesidades.
• Satisfacer sus expectativas de que es un ser innatamente social y cooperativo, un ser bienvenido y digno.
Cuando no ocurren estas experiencias básicas que el bebé se espera, es entonces cuando el bebé llora, se tuerce y tensiona el cuerpo. Y cuando sean más grandes tendrán rabietas, pegarán y no sabrán expresar sus necesidades, ya que tendrán una confusión entre lo que desde la sociedad se espera de él y lo que le dice su continuum. En nuestra cultura, estos comportamientos los consideramos “normales” ya que la mayoría de nuestros hijos los experimenta. Pero si pensamos, son actitudes nada a favor de la supervivencia visto desde el punto de vista de la evolución, y son sólo una muestra de que el continuum del niño no está siendo correctamente atendido. Si un bebé hace millones de años se hubiera comportado así, y hubiera salido corriendo alejándose de su madre, o hubiera empezado a gritar y patalear cuando no conseguía lo que en ese momento quería, seguramente hubiera muerto o se habría perdido. Pero cuando el bebé no experimenta lo que su continuum le hace esperar, entonces hace cosas para llamar la atención o decir que algo va mal.
Vivimos en una sociedad adicta a las drogas, al alcohol, al sexo, al trabajo… Buscamos a personas y experiencias para llenar a ese vacío que sentimos por dentro, necesitamos que los demás no llenen y siempre estamos buscando la aprobación de los demás. Vivimos en una sociedad violenta y dónde muchas se sienten excluidas o que no pertenecen a ningún lugar. Según Jean Ledloff esto se debe a que en un principio el continuum del bebé no fue satisfecho. Este bebé será un padre o madre que tampoco sabrá satisfacer las necesidades básicas de su bebé y así se crea una sociedad enferma. Las necesidades no satisfechas de la infancia no desaparecen y ya adultos las personas siguen buscando satisfacer sus necesidades consumiendo, comprando, con relaciones no sanas o con violencia.
El continuum y la crianza
¿Cómo es un bebé que tiene su continuum, sus expectativas básicas satisfechas? Vamos a repasar los puntos uno por uno, de las necesidades de un bebé continuum.
• Contacto físico permanente con la madre (u otro familiar o cuidador/a) desde el nacimiento.
Un bebé continuum es un bebé tranquilo que no tiene necesidad de llorar o protestar, ya que está todo el tiempo en contacto físico, primero con su madre, y luego con otro adulto o niño mayor. Se siente parte de lo que está pasando y observa todo al su alrededor. Si tiene hambre, con sólo buscar el pecho y encuentra alivio, y si tiene sueño se duerme ahí mismo, atado en la espalda, en la cadera o en brazos… Su cuerpo está relajado y sin tensiones, ya que los movimientos de la persona que le está cargando le descarga de toda energía excesiva. Los bebés de nuestra sociedad a menudo tienen los cuerpos rígidos y tensos, y sienten una necesidad de saltar y estirar las piernas cuando le cogemos en brazos.
• Dormir en la cama de los padres hasta que el bebé deje de necesitarlo por sí mismo
Durante la noche cuando todos duermen, es cuando hay más “peligro” alrededor, y si un niño de la selva hubiera aceptado ser dejado y dormir sólo podría haberle costado la vida. La evolución se ha preocupado de asegurar que el bebé llore cuando es alejado de su madre durante la noche, y que se despierte cada ratito para mamar y asegurarse de que su mamá sigue ahí.
Para nosotros que dormimos con nuestros hijos puede parecer muy pronto que un niño quiera dormir sin su madre alrededor de los dos años. Pero hay que destacar que en nuestra cultura, aunque lo intentemos, es muy difícil satisfacer el continuum del bebé cien por cien, ya que como explicaré más adelante, la propia sociedad muchas veces va en contra. Otra cosa importante es saber que en las culturas primitivas como el yekuano, duermen toda la familia juntos, debajo del mismo techo y sin habitaciones que les separa. Eso significa que, aunque el bebé a partir de los dos años no duerma pegado a su madre, la tiene en la misma habitación y al alcance si alguna vez la necesita.
• Lactancia materna a demanda, en respuesta a las señales corporales del bebé.
Un bebé continuum nunca llega a llorar por hambre, ya que en el momento en que siente hambre solo tiene que buscar el pecho o moverse un poco para que la madre le acerque al pecho. La comida no se convierte en una lucha ni un sufrimiento, es simplemente parte de su bienestar.
• Permanecer constantemente en brazos o en contacto físico con alguna persona hasta que comience la fase de arrastre y gateo, en torno a los 6-8 meses.
Cuando un bebé continuum siente la necesiadad de explorar sólo, cuando el está preparado para ello, le dejarán en el suelo y el se alejará lo que sienta conveniente de su madre, sabiendo que siempre podrá volver y que todo es seguro. Los bebés de nuestra cultura, al ser dejados solos en su cuna y habitación desde pequeños, dejados en guarderías o en parques, no se sienten seguros al separarse de su mamá, ya que no estaban preparados para ello y no han podido volver al lugar seguro cuando han querido. Un niño continuum es muy independiente cuando llega el momento y está preparado, y muy seguro de sí mismo.
• Contar con cuidadores dispuestas a atender de inmediato las necesidades del bebé sin emitir juicios ni invalidar sus necesidades.
Como anécdota voy a contar lo que pasó cuando el padre yekuano construyó un parque para su bebé para poder dejarle ahí. El padre estuvo un día entero construyendo un parque fuera de su casa, para que su bebé que ya gateaba podría moverse sin peligro y sin perderse. Cuando el padre había terminado el parque puso a su hijo dentro de el, pero el pequeño empezó a llorar nada mas verse encerrado en ese lugar raro, apartado de los demás. El padre le saco directamente, no cuestionó el llanto de su bebé, quitó el parque que había construido y nunca más intentó nada parecido.
Esta anécdota que nos cuenta Jean en su libro, demuestra claramente lo que significa respetar las necesidades de los bebés sin juzgar ni cuestionarlos. Nosotros, en nuestra cultura, cuando el bebé no quiere algo que nosotros queremos, intentamos convencerle, hacerle cambiar de opinión (en los casos más respetuosos) o directamente imponemos nuestra voluntad sobre el del niño.
Los bebés yekuanos son atendidos en el momento en que lo necesiten, pero no son el centro de atención. Siempre están presentes y forman parte de la vida diaria, pero de una forma muy natural. Nosotros a menudo tratamos a los niños como si todo circulara alrededor de ellos. Paramos la vida que tuvimos antes de ser madres para sólo atender a nuestro hijo y cada movimiento que hace. Esto les provoca a los niños una confusión y visión no real de ellos mismos. Los yekuanos simplemente siguen sus vidas en la medida que pueden y quieren, pero con sus hijos en brazos.
• Satisfacer sus expectativas de que es un ser innatamente social y cooperativo, un ser bienvenido y digno.
Los bebés yekuanso no son apartados de las tareas de los adultos en ningún momento, y forman naturalmente parte de ellos. Los yekuanos confían en que el niño querrá participar cuando sea lo suficientemente maduro y desarrollado para hacerlo, y nunca obligan ni intentan conseguir que los niños colaboren si no sale de ellos. Los humanos somos seres sociales, y queremos formar parte de nuestra familia o tribu, queremos hacer lo que hacen ellos y queremos ser aceptados. Es sólo cuando no se ha atendido bien al continuum del niño, cuando estos no quieren ser parte, o no se sienten parte de la sociedad en la que viven y no quieren colaborar.
Jean nos cuenta en su libro de un hombre que se había sido adoptado de una familia venezolana, y ya de adulto volvió a la aldea de los yekuanos. El vivía durante 5 años con su esposa en casa de otra familia, sin trabajar y sin pagarles nada. Como la familia yekuana no le pedía nada, y él estaba contento de no tener que trabajar, pues así siguieron durante años. Nadie le juzgo ni le reprochó nada jamás. Un día, el hombre quiso cultivar su propio huerto, y el padre de la familia donde había vivido sin pagar y colaborar, le ayudó hasta en el último detalle. El hombre, después de vivir 5 años a su aire, sintió que nadie le presionaba para colaborar y ayudar, llegó a poder disfrutar del trabajo como cualquier otro indio. Esto es algo que deberíamos tener presente cuando intentamos enseñar a nuestros hijos a colaborar en casa o recoger sus juguetes. Si no le presionamos llegará un día cuando quiera hacerlo, sin peleas y reproches.
Los celos son también algo muy normal en nuestra sociedad, entre hermanos y entre personas adultas, pero sólo indica que el continumm del niño no ha sido respetado, y que no se ha podido llenar de sus necesidades básicas como debería. Si un niño deja voluntariamente los brazos de su mamá cuando empieza a gatear, sabe que igual que se ha ido puede volver, y no sentirá que le están “quitando nada” cuando la madre tiene a otro bebé o se dedica a otra persona. Si no ha podido experimentar los brazos de su mamá hasta que él decidió abandonarlos, seguirá buscando ese lugar seguro cuando sea mayor, en su empresa y trabajo, en su pareja o en cosas materiales. Se sentirá celoso de cualquier persona que se acerque a lo que el quiere, ya que sentirá que se lo están quitando.
Otra cosa importante es hacer que los niños se sientan capaces y bienvenidos a colaborar. Y esto es quizás de lo más difícil de seguir o aceptar en nuestra cultura. Si un bebé yekuano se acerca al fuego cuando su mamá está cocinando, nadie le va a apartar. Todos confían en que el bebé es un ser capaz de acercarse lo justo para no quemarse.
Si un bebé yekuano coge un cuchillo mientras los demás están cortando verduras, nadie le quitar el cuchillo diciendo que él es demasiado pequeño. Jean cuenta en su libro cómo los bebés yekuanes gateaban al lado de barrancos sin caerse, exploraban cuchillos, el fuego y el río, entre otras cosas que nosotros consideramos altamente peligroso para un niño pequeño. Ellos confiaban en la capacidad del niño/bebé y sabían que iba a pedir ayuda si lo necesitaba.
Si un bebé desde que nace es apartado de las cosas que le causan interés, y que los adultos manipulan, lo que sentirá es que es un ser menos capaz y digno de hacer las cosas. Esto le creará confusión e inseguridad, lo que llevará a que cuando alguna vez tenga un cuchillo en su mano seguramente se cortará ya que no confía en su propia capacidad. Jean cuenta en su libro que, durante todo el tiempo que permaneció en la aldea de los yekuanos (la última vez hasta 9 meses) casi ningún niño se hizo daño. Cuenta como los bebés habían desarrollado sus sentidos para vivir en la selva sin complicaciones, conocían cada movimiento del río y cada animal de la selva. Nosotros no dejamos que nuestros bebés desarrollen sus sentidos para vivir sin peligro en nuestra sociedad, ya que les apartamos de toda posible amenaza y peligro. Y después cuando nosotros consideramos que tienen la edad correcta, esperamos de ellos que afronten la vida con éxito.
¿Cómo seguir el concepto continuum en nuestra sociedad?
Aunque estemos de acuerdo con todo lo que nos cuenta Jean Liedloff, nos encontramos con muchas dificultades cuando intentamos llevarlo a cabo.
Cosas como dormir con los niños y darles pecho a demanda, es más fácil (aunque en muchos casos también hay complicaciones) pero los otros aspectos de la teoría parecen a veces ir en contra de nuestra sociedad. Lo primero que tenemos que recordar que no somos yekuanso, llevamos un bagaje emocional muy distinto a ellos y llevamos cientos de años actuando en contra de nuestro continuum. No vivimos en tribus dónde contamos con el apoyo ilimitado de otras mujeres, hombres y niños, ni en la naturaleza bajo las estrellas dónde solo hay peligros “naturales” para decirlo de alguna manera. Nosotros vivimos aislados en familias pequeñas, valoramos la independencia y la intimidad, y normalmente no contamos con la ayuda de nadie aparte de nuestra pareja que trabaja, y una madre o amiga que viene de vez en cuando. Tenemos horarios y obligaciones que muchas veces no pueden esperar, y es difícil prepara la comida o poner la lavadora mientras que nuestro hijo pequeño esté experimentando bajando las escaleras solo. Tenemos trabajos que nos llevan fuera de casa y nos obligan dejar a nuestro hijo, ya que los niños no son bienvenidos en muchos lugares de nuestra sociedad. Si queremos quedarnos es casa con nuestros hijos muchas veces significa aislarnos del resto de la vida adulta, y estar solos todo el día con nuestro hijo. Nuestras ciudades son llenos de peligros construidos por los humanos, y que muchas veces no se puede calcular. Los niños yekuanos tenían toda la infancia para aprender a interpretar la naturaleza y selva a su alrededor, y se puede aprender cómo se comportan unos animales, cómo se comporta el río cuando llueve y se inunda, cómo se balancea por un barranco estático sin caerse. Pero nosotros nos movemos mucho de nuestro lugar familiar, y cada día el niño se enfrenta a muchas variantes de los peligros. Hay escaleras mecánicas, escaleras más grandes, más pequeñas, de diferentes materiales… Hay coches que no podemos calcular cómo se van a comportar, y tenemos en nuestro día a día miles de estímulos nuevos.
¿Qué podemos hacer?
Podemos intentar acercarnos a como vivían los yekuanos, teniéndoles como fuente de inspiración para una crianza y vida feliz. Podemos intentar atender el continuum de nuestros hijos lo máximo posible, llevándoles en brazos, alimentándoles con pecho a demanda, durmiendo con ellos y dejándoles explorar siempre cuando sea posible. Cuando hay un peligro que le interesa al niño podemos acompañarles, sin dejarles solos, pero dejándoles que investigue y aprenda. Cuando algo no puede ser, es muy importante explicarle al niño por qué le apartamos, y no enfadarnos ni juzgarle por lo que intenta hacer. Intentemos confiar en nuestros hijos, accidentes pueden pasar, pero son seres competentes que tienen sus 5 sentidos concentrados en lo que están haciendo.
Así podremos tener hijos independientes y seguros, perfectamente capaces de enfrentarse a la vida.
Sofia Nikander
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