Alguién llamó a los bomberos, que tras varios intentos de "rescatarle", decidieron que era mejor dejarle a su aire. Tras todo un día preocupadas por él, por fin se coló en nuestra urbanización , aunque seguía muy asustado.
Mi vecina y yo comenzamos a ponerle comida y agua y , al día siguiente ya nos habíamos ganado su confianza. Desde entonces, Txiki , como le han bautizado los niños, se ha convertido en compañero inseparable de juegos y aventuras de todos los niños de la urbanización ( y también de los no tan niños, jejee ).
Nadie puede quedárselo en casa, mis hijos están loquitos con él y yo de buena gana me lo quedaria porque es clavadito a Robin, el gato que tuve durante diecisiete años. Pero ya tenemos a Bambú y , ni la economia , ni el espacio, nos permiten tener más animales en casa. Por eso hemos decidido que sea un gato comunitario al que cuidamos entre todos. Es precioso ver la implicación por parte de los niños que se levantan temprano pensando en si habrá comido o dormido bien.
Los mayores, incluso aquellos a los que no les gustan los animales, estámos también "enamoraditos" de nuestro Txiki. Está siendo todo una revolución para todos e incluso terapéutico para algunos niños que tienen pánico a los animales y ya se atreven a tocarle.
Y él, nuestro gatito, sabe hacerse querer. Corre detrás de los niños, se pone zalamero con los mayores y nos araña los felpudos cuando tiene hambre.
Sin duda, va a ser un verano muy especial para todos con este nuevo vecino
¡ Feliz semana !
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