Identifica lo que quiere tu bebé
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El llanto es el vehículo de comunicación más eficaz del recién nacido. Nada como el poder del llanto para comunicarse con sus padres.
Satisfacer las exigencias que se manifiestan con el llanto de un recién nacido es uno de los principales retos para los padres, en especial de los primerizos.
¿Tendrá hambre, estará incómodo, necesitará que lo cambien, estará cansado o aburrido, tendrá realmente algún dolor fuerte? Todas estas preguntas desencadenan en los papás una reacción instintiva de alarma para buscar una solución.
Los consejos populares indican que se deben ignorar las lágrimas de un bebé para fortalecer sus pulmones con el llanto, evitar que manipule a su familia, prevenir los berrinches y para que aprenda a estar solo.
Sin embargo, los recientes estudios de psicólogos y neurólogos recomiendan todo lo contrario. Al parecer, dejar que un bebé llore demasiado puede causarle daños cerebrales y emocionales.
¿Llanto controlado?
Otra teoría recomienda que se programe el llanto con estricta disciplina y rutina. Se le conoce como método del llanto controlado: no cargar al bebé cuando llora, ignorarlo durante cierto período de tiempo según su edad y esperar a que el niño aprenda a autoconsolarse por cansancio. “Si no le haces caso, el bebé se dará cuenta de que no obtiene nada y se calmará”.
De manera equivocada se ha interpretado el llanto como una forma de cólera y manipulación por parte del bebé. El principio básico es que un bebé no manipula a través del llanto durante sus primeros meses: su llanto es un medio de comunicación de una necesidad real
La realidad del llanto
Los subsistemas emocionales del cerebro procesan información variada. Este circuito emocional está conectado fuertemente con la región cerebral que regula la toma de decisiones. Muchas de las cosas que nos definen emocionalmente las aprendemos a través de la experiencia, como reaccionar ante situaciones de peligro o miedo.
Por lo tanto, una de las claves del sistema emocional es cómo aprende y almacena la información nuestro cerebro.
La regulación temprana de las emociones en el cerebro se da, en un principio, durante los diálogos que se establecen entre madre e hijo a través del intercambio de miradas.
Las investigaciones han demostrado que una madre que se muestra sensible y complaciente hacia la comunicación visual temprana con su bebé, está estimulando un aprendizaje social positivo.
En contraste, una madre que no se muestra sensible al contacto visual temprano, no provee de este aprendizaje social positivo, entorpeciendo el proceso de maduración de la afectividad, tan importante para el desarrollo emocional. Lo mismo ocurre cuando un bebé trata de comunicarse a través del llanto.
Cuando el niño se encuentra en un estado de indefensión, miedo y pánico, la amígdala (conjunto de neuronas ubicadas en los lóbulos temporales del cerebro que procesa y almacena las reacciones emocionales) regula estas emociones enviando mensajes al cerebro para que el cuerpo se prepare con un escape o pelea.
Un bebé no puede escapar ni pelear. Si el pánico no es dominado por la intervención de un adulto, el flujo químico y hormonal puede inundar violentamente el cerebro, apuntando específicamente a la amígdala y el hipocampo durante un periodo de tiempo poco saludable.
Los niños que lloran y no son atendidos, lo hacen desesperadamente durante una hora o más, hasta que la amígdala se cierra. El niño a su vez aprende tras repetidos episodios que no tiene expectativas de respuesta y consuelo a su llanto y puede deducir que sus necesidades no son merecedoras de atención – una conclusión que finalmente puede afectar al correcto desarrollo de la autoestima del niño.
Si bien el cerebro podría determinar que no existe peligro alguno, si no se intenta calmar el estado de confusión emocional del niño, podrían perderse oportunidades vitales de desarrollo y refuerzo de la confianza, seguridad y capacidad de empatía del niño.
Los traumas provocados por el desamparo pueden dañar severamente el hipocampo, matando neuronas (causando lesiones).
Este daño es causado por la liberación de una cascada de cortisol, adrenalina y otras hormonas de estrés segregadas durante el episodio traumático.
Se cree que la abundancia de repetidas oleadas de estas sustancias químicas y hormonas en el cerebro es la causa de la reducción de la producción normal de serotonina y de la insensibilización de la amígdala, afectando a la capacidad de respuesta ante una situación de miedo
Entiende y atiende el llanto de tu bebé
Toma en serio el llanto de tu hijo porque está tratando de decirte algo. Cuantas veces llore, cuantas veces acércate y asístelo pues no está jugando. Si lo ignoras, aumentarás su sentimiento de ansiedad y abandono.
Trata de identificar la razón por su tipo de llanto. Con el tiempo podrás darte cuenta que llora de manera especial si tiene sueño, hambre, frío, cólico o simplemente cuando quiere sentirte cerca
Las palabras no siempre son necesarias. A veces el cerebro de un bebé está hiperestimulado para responder al lenguaje, por lo que resulta más efectivo un abrazo amoroso y cálido que lo calme, utilizando un tono suave de voz, un canto, un masaje o balancearlo en alguna posición diferente a la que tenía en la cuna.
No trates de persuadir a tu bebé de que no sienta sus emociones, no importa qué tan extremas o irracionales te puedan parecer.
Con el apoyo de la Dra. Laura Rincón Gallardo, Psicóloga Scroll upScroll down
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