Este año en el cole se está llevando a cabo un proyecto muy bonito. Se trata de escribir un cuento en familia para posteriormente editar un libro con todos los participantes. Nos encantó la idea así es que nos pusimos manos a la obra y este es el resultado:
Espíritu Artesano
Una tarde de navidad, mientras paseaban por el bosque, el pequeño Gael le preguntó a su hermano:
- Adrián, por qué en el pueblo nos llaman los jugueteros ?
- Ven hermanito, - respondió Adrián- siéntate aquí conmigo y escucha con atención la historia que voy a contarte.
“ Érase una vez, un carpintero llamado Klaus , al que todos en el pueblo llamaban “ El Juguetero “. Ese era nuestro abuelo, un hombre muy sabio, que pasaba horas y horas en su taller, trabajando la madera hasta convertirla en un hermoso juguete.
Un día, el abuelo, se puso muy enfermo y pidió que llamaran a su hija que vivía en la ciudad. Mamá, al conocer la noticia, corrió al pueblo. Al llegar a casa, se sentó en la cama y cogiéndole la mano le dijo:
- Ya estoy aquí papá.
El abuelo, sonrió y le dijo:
- Necesito que sigas llenando de magia los corazones de los niños.
- Pero papá, yo no soy carpintera, no puedo hacerlo.
- No hace falta ser carpintero para crear un juguete, - respondió el abuelo- simplemente necesitas imaginación, amor y alegría para convertir un trozo de madera en la ilusión de un niño.
Desconcertada por la petición del abuelo, mamá, salió al jardín. Caminó sin rumbo, adentrándose en el bosque, sin darse cuenta de que había anochecido. Agotada y desorientada se sentó, apoyando su espalda contra un árbol y se quedó dormida. De repente, unas voces en la oscuridad la despertaron. Un destello a lo lejos le llamó la atención y, acercándose sigilosamente, pudo ver a unos seres muy extraños. Uno tenía aspecto de árbol, otro tenía alas y el más anciano sujetaba un bastón en el cual se podían ver talladas figuras de animales. Todos estaban sentados alrededor de un fuego que no quemaba la madera. Eran los espíritus del bosque. Los protectores de la naturaleza!
Intentó acercarse más para escuchar lo que decían, pero al moverse, pisó unas ramas secas y los espíritus percibieron su presencia. El más anciano , levantó su bastón diciendo:
- ¡ Sal de ahí y presentate ante nosotros !
Mamá, salió de entre los arbustos y dijo:
- Soy Jasmin, la hija del juguetero
- ¿Qué quieres de nosotros ?- preguntó el que tenía aspecto de árbol
- Necesito saber cómo convertir un trozo de madera en un juguete que llene de magia el corazón de los niños- respondió nuestra madre
El Anciano , que había estado observando atentamente, dijo:
- Conocemos a tu padre, “ El juguetero “. Es alguien muy especial que consigue que en cada juguete renazca el alma del bosque.
- ¡ Necesito que me ayudéis, por favor !- interrumpió mamá.
De pronto, el ser alado, levantó el brazo e hizo que nuestra madre quedara suspendida en el aire. El que tenía forma de árbol hizo que se quedara dormida y el Anciano, levantó su bastón y lo posó sobre su cabeza . Entonces, mamá , comenzó a recordar cuando era niña y se pasaba horas en el taller del abuelo , viendo cómo trabajaba la madera. Recordó también, el día en que le preguntó cómo podía hacer juguetes tan bonitos. El abuelo, cogió un trozo de madera y le dijo:
- ¿ Qué ves aquí ?
- Un trozo de madera, - respondió mamá
- Míralo desde el corazón - dijo el abuelo sonriendo - Sólo amando y valorando las pequeñas cosas de la vida, puedes llegar a construir grandes cosas.
Al despertar, mamá, estaba de nuevo en el Jardín del abuelo. Aturdida, corrió hacia la habitación, gritando:
- ¡Papá, por fin lo he entendido. Voy a construir preciosos juguetes! .
El Abuelo, sentado en la cama sonriendo, le dijo:
- Lo sé, siempre lo supe…. “
-Y ese , Gael, es el motivo por el que, en el pueblo, nos llaman los jugueteros - concluyó Adrián.
-¿ Y tú crees que nosotros algún día podremos hacer cosas tan bonitas como las que hacían mamá o el abuelo ? -preguntó Gael
-Claro que sí, hermanito - dijo Adrián.- Todos podemos crear cosas hermosas, solo tenemos que perder el miedo y dejar volar la imaginación.
Familia Peralta Bunzendahl